
A lo largo de nuestra vida vamos colocándonos allá donde nuestras sensaciones nos llevan. Nos parecen bien las cosas dependiendo del color de las mismas. Las opiniones de los demás también nos influencian. Nuestras visiones y deseos también dejan su huella en nosotros. El amor, como nexo de unión de todo lo anteriormente citado, acaba por definir nuestra posición dentro de este circulo.
¿Y que nos ocurre si el amor que nos garantizaba esa unión, acaba por desaparecer?, ¿ que nos pasa si cuando todo lo que hemos construido se nos viene abajo, y solo vivimos de los rescoldos, de los vidrios rotos de nuestra melancolía?, ¿Se modifica nuestra posición o simplemente dejamos de estar en ese circulo?.
A partir de cierta edad, donde nuestro espíritu ya cansino se despereza por las mañanas con los sentimientos doloridos, nuestra posición dentro del circulo adopta posiciones de conformismo, de comodidad, no queremos que nada perturbe nuestra paz, no queremos que nadie nos abra los ojos a la nueva realidad. A la nueva realidad que representa el habernos dejado caer en la monotonía, en la ruptura, en la incomprensión, en la falta del deseo, en el olvido del amor, de nuestro propio amor.
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