Yo jamás tuve ese valor, me sentí cómodo en mi papel de ciudadano, así que me limité a ser , no uno más, pero no forzosamente un punto de referencia para nadie. Mi vida ha transcurrido por los cauces de lo normal, mi trabajo un tanto especial me ha hecho recorrer parte del mundo, pero yo sigo siendo Manuel, aquel Manuel que, afortunadamente para mí, conquistó el corazón de una maravillosa mujer, la que hoy es mi compañera después de mas de veinte años.

Hoy, me siento en la necesidad de cambiar, el mundo ha cambiado, las señales de alarma se han encendido y mi otrora cómoda forma de ser debe mudar. De un día para otro la barba puebla mi cara, mis actitudes hacia ciertos temas deben cambiar, mis silencios se deben hacer aún mas grandes, mis decisiones debo sopesarlas mucho mas ante el riesgo de caer en la incomprensión. La edad que avanza inexorable me dice que debo ser mas precavido, mas cuidadoso, menos serio, mas divertido, mas festivo.

Creo que debo utilizar este razonamiento romano, "Carpe diem", esta cita se me quedo grabada en la mente cuando la oí por primera vez en la película de Robin Williams "El club de los poetas muertos". Siempre me preguntaba que aplicación tendría en mi vida, cuando me llegaría el momento de dar el salto, la metamorfosis. Y ahora me he dado cuenta que es mi turno, dos años y medio despues del primer aviso, casi sin esperarlo, casi sin tiempo.