Me hablaba de cuando estuvo por Medina Sidonia, tierra de buenas ganaderías bravas, Torrestrella, Jandilla, de cuando iba a la panadería de Paquirri a pedirle un poco de pan para mitigar "la jambre". Curiosamente conocía a muchas personas, eso era cierto, pero me decía que las conocía de oídas, esclarecedora forma de conocer a la gente cuando no se tiene ni donde caerse muerto.
Era cordobés de nacimiento y español de corazón. Con letras grandes. Las mismas que soñaba que tendrían los carteles de la feria de San Isidro en Madrid el día de su gran triunfo en "las Ventas". Valiente hasta el exceso, amigo como el que pocos. Compartíamos aquellas morcillas de arroz que nuestro común amigo Domingo traia todos los lunes desde Valencia. Bebíamos hasta reventar, pero solo calimocho ( vino tinto con coca-cola), así que nunca terminábamos borrachos, pero nos teníamos que aguantar los unos a los otros cuando nos listaban cada noche antes de irnos a la cama.
Como decía, a aquel amigo entrañable, nunca le sonrió la suerte, huérfano de padre, hijo único, se refugio en los toros como el que se lanza en paracaídas. No había conversación en la que no habláramos de toros y su respuesta, como ya podéis imaginar, a la pregunta de si le daban miedo los toros era siempre la misma, " a los toros no, a la velocidad con la que embisten ". Bueno, pues este amigo del alma no supo capear con el toro mas bravo que se pudiera lidiar, una mujer hermosa le robo el corazón, hoy es conductor de autobuses en la empresa municipal de transportes EMT de Madrid. Como el siempre decía, " de Madrid al cielo"